Biografía personal
Dicen que ser madre te cambia la vida… Así que, como mi vida ha cambiado, estas palabras sobre mí misma debían ser revisadas, empezando por comenzar de otra manera.
En el año 2003 me sucedió la cosa más grande e importante que le puede pasar a cualquiera en la vida: Nació mi hija Lola.
Nada es comparable a esta sensación. Hay un ser en el mundo que depende de ti totalmente, al menos los primeros años y después también (siempre es imprescindible una madre…).
La responsabilidad y la fortuna de saberse necesario, imprescindible. Esa sensación, lejos de robarte energía, te otorga casi por arte de magia una fuerza impensable y una capacidad increíble de trabajo.
La felicidad, la preocupación, el infinito amor que sientes, las horas sin dormir…. Todo se confunde en un solo sentimiento.
No sabría ponerle un nombre, pero es tan extraordinario que solamente es comprensible por otras madres.
LOLA es ahora quien me inspira los pasos a seguir. Quien hace que cada día para mí tenga sentido. Cada mañana es una sonrisa para mi hija y cada sonrisa de mi hija es un bello amanecer que mantiene viva mi esperanza.
Claro que somos nuestro pasado también, así que os cuento algo del mío…:
Nací un 7 de febrero en un pueblecito de Orihuela llamado Rincón de Bonanza.
Y con esa paz y prosperidad que anuncia el nombre de éste, mi pueblo, me crié en la mejor familia del mundo. De mi padre la bondad, la sensibilidad y mi manera de cantar y de amar la música. De mi madre la generosidad, el altruismo y esa fuerza para luchar por todo y por todos sin rendirse jamás. Mis tres hermanos me dan constantemente el punto de apoyo, el respeto a otras formas de pensar, porque somos muy diferentes los cuatro y nos amamos incondicionalmente. El primer regalo que me dio la vida fue mi FAMILIA.
Tenía ocho años y empecé a hacer canciones. Esperaba a que se durmieran en casa y subía a la terraza con mi pequeña guitarra a mirar el cielo. Ahora vivo en Madrid y desde mi balcón no se ven las estrellas. Afortunadamente, la luna sigue paseándose altiva por mi calle estrecha, mensualmente, blanca, sola y orgullosa.
Como buena cabezota que soy, siempre supe que cantar iba a ser mi vida y me empeñé en ello con todas mis fuerzas. Acabé el bachillerato y, aunque llevaba desde los diez años estudiando solfeo, guitarra y canto, yo quería más. Reñí con mis padres y me fui a Murcia a estudiar a la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza, y al Conservatorio Superior de Música. Sé con certeza, que lo que buscaban mis padres con su negativa eran dos cosas: primero, que me alejara del mundo artístico al no contar con su ayuda económica, y evitarme así los sufrimientos de una carrera tan incierta y difícil; y segundo, que yo misma me diera cuenta de lo duro que iba a resultar mi vocación y así, convertirla en un hobby y trabajar en algo más seguro. No consiguieron ninguna de las dos cosas.
En Murcia, mi segunda “patria”, conocí el teatro. Actué en varias obras teatrales. En algunas de ellas, además de actriz, desempeñé labores de cantante y arreglista. Aprendí mucho y conocí a personas maravillosas que con el tiempo se han convertido en grandes artistas y en amigos entrañables a los que amo profundamente.
También en la capital del Segura comencé a cantar profesionalmente y a vivir de la música. Estuve en diversas orquestas, entre otras, en la mejor formación de salsa que se recuerda por aquellos lugares. Y de ahí me llegó la oportunidad de hacer coros con uno de los mejores cantantes de salsa del país. Ese fue mi pasaporte a la gran urbe, Madrid, mi actual hogar.
Han sido muchos los que han escrito sobre esta ciudad. Madrid es, sin lugar a dudas, buena anfitriona, amable, multiétnica, puerta de culturas, latina, multirracial… También hay situaciones en las que se puede ver la indiferencia, la radicalidad, las desigualdades , el atropello social, la más cruda soledad… Y , al cabo de cuatro años de residir en una de las capitales europeas, a pesar de los pesares, más acogedoras y más bellas que he conocido, acabé escribiendo una canción sobre las cosas que yo misma estaba olvidando, “Rescatar una ciudad”. A veces me sentía menos humana, echaba de menos la cercanía y el afecto. Todavía ahora , cuando me descuido un poco, pierdo la parte animal, la instintiva, la que nos salva de la frialdad que reside en nuestra mente racional.
La vida me volvía a hacer un regalo: mis AMIGOS. De Orihuela, de Murcia, de Madrid o del resto del mundo, tengo numerosos, y no por ello menos queridos y sinceros, amigos del alma. Del alma, porque me la sustentan, calman, abrigan, enriquecen y apoyan incondicionalmente cada momento de mi existencia. Por eso hablaros de mí es hablar de ellos. Sin todas estas personas buenas a las que tengo el gusto de contar entre mi extenso círculo de amigos, os aseguro que no sería quien soy ,ni siquiera mínimamente.
Llevaba apenas cuatro meses en Madrid cuando alguien me propuso ir al Festival de Benidorm. Ganamos. Resultó ser una de las experiencias más gratificantes profesionalmente para mí, por el reconocimiento tan unánime que recibí por mi interpretación. No obstante, significó mi primer gran desengaño dentro del mundo de la música. Conocí gente dañina y falsa en la que había depositado toda mi confianza. Esas personas utilizaron los contactos que obtuve para su exclusivo beneficio y yo, para bien, reemprendí mi camino de nuevo sola.
Durante todos estos años que llevo viviendo en Madrid, he tenido la fortuna de poder vivir únicamente de la música. O mejor, con la música, acompañada de ella. Vivo de mi voz y es un orgullo para mí cada trabajo en el que he cantado, porque siempre lo hago como si fuera algo mío. Nunca he sabido contener o reservar mi energía dependiendo de la “importancia”del trabajo requerido. Me habéis debido escuchar en muchas ocasiones sin saberlo: anuncios publicitarios, coros en discos de otros artistas, cabeceras en series de televisión, cantando en directo en la gira de muchos cantantes famosos, solista en la orquesta de algún programa televisivo, etc… Podéis saber datos concretos en el apartado “datos e información profesional”.
Finalmente, y después de miles de conciertos en cualquier tipo de sala que se terciara, llegó la compañía discográfica ideal para una artista tan inusual como yo. Inusual por distinta, por complicada, por diversa. Las mismas cosas por las que gente como vosotros me investiga , me sigue de alguna forma o me escucha y se siente identificado con alguno de mis temas, son las que asustan a la mayoría de productores discográficos de este país. No es fácil, según ellos, manejar a una chica independiente que compone sus propios temas, los canta ella misma, sabe el sonido que quiere para su música (aunque a veces no la dejen opinar sobre ello), y que no necesita más que una guitarra para poder comunicar con el público. Demasiado complicado. Difícil de controlar.
Pero, decía que había llegado esa discográfica, y así fue. Grabaron mis canciones, las que ellos eligieron. Me buscaron un productor, un estudio, arreglistas, músicos… Todos estupendos, de verdad, aunque no fuera lo que yo tenía en mi cabeza. A todos ellos les debo este primer disco de mi carrera en solitario. Y les estoy muy agradecida por ello.
Es probable que los que hayáis visitado el Retiro en Madrid, me escuchárais en alguno de mis “conciertos promocionales”. Cuando me fui de la compañía independiente con la que grabé mi primer álbum me quedé de nuevo sola, que no desamparada. Seguía contando y cuento con mi segundo regalo vital, mis amigos. Mi secretaria particular que coordina el club de fans y casi el resto de mi vida entera, Eva. Mis fotógrafos favoritos que no entiendo cómo me sacan tan guapa siempre, Mariaje y Pedro Pablo. El dueño de la imprenta más solidaria de Torrejón de Ardoz, Juan Carlos. El creador de mi página web que me soporta en las horas altas y en las bajas que es más difícil, Domingo. Mis primeros fans: Obdulia, Bea y David. La persona que transcribe mis canciones y revisaba mis textos, el ahora cabeza de familia, mi hermano mayor, Juan Francisco. El que siempre adivina cuando necesito un mensaje de aliento, mi hermano mediano, Ramón. Mi hermano pequeño, para él su hermana es la mejor cantante del mundo y todavía no le hemos podido convencer de que está equivocado, de que no hay nadie mejor que nadie, Gerardo, te quiero. Mis psicólogas, mis hermanas, mis almas gemelas, las que no se cansan nunca de quererme y escuchar mis charlas: Concha, Lourdes, Inés, Mar, Carmen, Sol, Araceli, Alicia, Angy, Eva, Estrella, Amparo, Denise, Ana, Maria Luisa. Los que van recogiendo mis pedacitos: L. Dulzaides, L. Barbería, Noah , Valentín, M. Navarro, Guzmán , M. Morant, J. Sinmiedo, J. Imedio, F. Rubio, , Nacho Cano, Ludovico V., Rodrigo García, David Demaría, P. Truchado, David Santisteban, Peter O… Julio Fowler Ya os había advertido de la cantidad de amigos, de buenos amigos que mantengo y disfruto a mi lado.
Gracias a todos por vuestro amor y también a los que no he nombrado por olvido, a los que alguna vez habéis asistido a algún concierto mío, a mis sobrin@s Alba, Delia, Juan, Juan Manuel, Francisco, María, Andrea, Pablo y Darío por ser el futuro. A mi tía Fina por enseñarme la verdad. A mis tres hermanos que justo en el año 2012 me hicieron ver que la VIDA a veces resulta durísima y en quienes más confiabas pueden desaparecer de un momento a otro… A mi padre, Juan, lo llevo siempre conmigo, está en cada “quejío” flamenco que le dedico y en cada paso que acierto a dar, lo echo de menos a cada segundo que vivo. A mi madre, Lola, mi guía, mi referencia, mi modelo a seguir y a la que adoro.
Es por ella que mi hija se llama Lola, espero que su nombre le imprima carácter y fuerza para andar por la vida y honradez para relacionarse con los demás. Aunque ya es una niña con personalidad y buen corazón, no dejaré jamás de inculcarle los mismos valores que me enseñaron a mí desde pequeña y que creo me mantienen “cuerda”.
Ella, MI HIJA, es la razón por la que me mantengo en pie cada día. Y la MÚSICA también nos une: nos reímos juntas, cantamos, componemos… A veces mi propia existencia me recuerda lo afortunada que soy!
GRACIAS una vez más a tod@s y cada un@ de los que he aprendido, con l@s que me he reído a gusto y sobre todo, con l@s que he podido llorar.
Esmeralda Grao